cómo un cambio mental sutil puede ayudarte a sanar, según una tricampeona mundial


No podemos cambiar lo que vivimos en el pasado, pero sí podemos transformar la forma en que nos afecta hoy. La infancia es el punto de partida de cómo aprendemos a amar, sufrir y relacionarnos. La campeona mundial de triatlón, Siri Lindley, compartió su valiosa perspectiva sobre cómo sanar las heridas de la infancia a través de un cambio mental poderoso: dejar de culpar y comenzar a asumir

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Dejar de culpar para comenzar a sanar

Siri Lindley cree que el verdadero proceso de sanación comienza cuando dejamos de señalar al pasado como el único responsable de nuestro dolor. Aunque la infancia haya estado marcada por el abandono, la decepción o la negligencia, cargar con ese sufrimiento nos mantiene atados. Reconocer que, aunque fuimos lastimados, hoy somos responsables de cómo reaccionamos ante esas heridas es fundamental.

Lindley relata que llegó a un punto en su vida en el que entendió que no quería seguir sufriendo. Entonces cambió su perspectiva: en lugar de concentrarse en lo que le faltaba, comenzó a mirar lo que tenía y lo que sí podía controlar. Ese pequeño giro de enfoque transformó su experiencia emocional. Sanar no es olvidar ni justificar, sino asumir las riendas de nuestras emociones, decisiones y límites. Es pasar del dolor pasivo al poder activo. Solo así es posible recuperar la libertad emocional que creíamos perdida.

El perdón como vía de liberación

Perdonar no significa justificar el daño recibido, sino dejar de cargar con el resentimiento que nos encadena. Lindley compartió una historia personal sobre su padre, cuya ausencia dejó una herida profunda. Cuando finalmente volvió a comunicarse con ella, Lindley no pudo evitar descargar toda su rabia acumulada en cada llamada. Hasta que un día, su padre simplemente dejó de llamar… por más de 20 años.

Este alejamiento fue un punto de inflexión. Entendió que el enojo y la culpa la estaban consumiendo más a ella que a él. Al mantener vivo el rencor, estaba reviviendo el dolor una y otra vez. Liberarse de eso requería perdón, no para su padre, sino para ella misma. Decidió dejar de mirar hacia atrás con ira y empezar a ver hacia adelante con compasión. El perdón, en este caso, fue una forma de soltar el pasado y abrir espacio para una vida emocional más sana y plena.

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Reconocer los límites del dolor

Una parte fundamental del proceso de sanación es entender que no todo dolor requiere confrontación. A veces, poner límites significa elegir conscientemente el rol que ese sufrimiento tendrá en nuestra vida. Lindley sugiere observar el pasado desde una perspectiva más amplia: “Si los culpas por todo lo malo, también deberías agradecerles lo bueno”. Solo así se puede ver el panorama completo y avanzar sin quedar atrapado en eel rol de víctima.

Establecer límites no siempre implica hablar con quien nos hizo daño. Puede tratarse de límites internos: decidir hasta dónde vamos a permitir que el pasado determine nuestro presente. Puede que esas personas ya no estén o no reconozcan el daño que causaron. Pero tú puedes decidir cómo afecta eso tu vida hoy. Al reconocer estos límites, dejas de vivir con heridas abiertas y comienzas a construir una nueva forma de relacionarte contigo mismo y con los demás.

Asumir el control y tomar las riendas de tu vida

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Sanar implica dejar de esperar que otros reparen el daño y asumir el control de tu historia. Lindley lo resume con claridad: “Tú eres dueño de cada aspecto de tu experiencia. Lo que enfocas, el significado que le das y lo que eliges hacer con ello define tu vida”. Cambiar la narrativa de “soy víctima de mi pasado” por “soy responsable de mi presente” es una de las decisiones más poderosas que se pueden tomar.

Esto no significa ignorar el dolor, sino transformar su significado. En lugar de ver el pasado como una carga eterna, puedes mirarlo como un terreno fértil para el crecimiento personal. Es en esa decisión —de responsabilizarte por lo que sí puedes cambiar— donde ocurre la verdadera liberación emocional. Y es ahí donde comienzas a construir una vida más auténtica, más consciente y más plena.

El mensaje de Siri Lindley es claro y profundo: no podemos cambiar nuestra infancia, pero sí podemos elegir cómo vivir con sus huellas. Sanar no es olvidar, es transformar. Es pasar de culpar a comprender, de revivir el dolor a reconstruirse con él. A través del perdón, el reconocimiento de los límites del sufrimiento y la toma de control, es posible dejar atrás una infancia dolorosa y abrazar una vida con más paz, propósito y empoderamiento. El cambio no ocurre de un día para otro, pero comienza con una sola decisión: dejar de mirar hacia atrás con rabia y empezar a caminar hacia adelante con amor.

Referencia:

  • The Subtle Mental Shift That Helps People Heal From A Damaging Childhood, According To World-Champion Triathlete. Link.


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