La Navidad cuenta con diferentes tradiciones, entre las cuales una ocupa un lugar destacado: el árbol decorado. Ya sea natural, en maceta o de plástico, este objeto que reúne luces, esferas, estrellas y cintas brillantes ocupa un lugar destacado en los hogares durante las fiestas decembrinas. Pero… ¿Cómo surgió?
El origen del árbol de Navidad es incierto y existen diferentes historias al respecto, reconoce un artículo de National Geographic US titulado Why do we have Christmas trees? The surprising history behind this holiday tradition (en español: ¿Por qué tenemos árboles de Navidad? La sorprendente historia detrás de esta tradición navideña).
Según el artículo, los árboles de hoja perenne han sido una decoración estacional esencial desde la antigüedad como parte de las celebraciones paganas del solsticio de invierno. Estas plantas decoradas significaban la victoria de la vida y la luz sobre la muerte y la oscuridad.
No obstante, no existe consenso respecto del momento y lugar exactos donde estas tradiciones paganas se expandieron al resto del mundo. Lo que sí se sabe es que los orígenes del árbol navideño moderno se remontan a regiones con abundantes bosques, especialmente en el norte de Europa.
Concretamente, Letonia y Estonia afirman haber sido la cuna del primer árbol de Navidad. En el primero de ellos, la tradición se remonta a 1510, cuando un gremio de mercaderes llamado House of the Black Heads (en español: Casa de las Cabezas Negras) paseó un árbol por la ciudad, lo decoró y después lo quemó. Estonia, por su parte, asegura que existen pruebas de un festival similar organizado por el mismo gremio en su capital, Tallin, en 1441.
No obstante, los historiadores han puesto en duda ambas afirmaciones y, en especial, el hecho de que tales celebraciones estuvieran vinculadas con las fiestas decembrinas.
Es posible que el árbol navideño haya nacido en Alemania. La Enciclopedia Britannica refiere que alrededor del año 723 el misionero inglés San Bonifacio se encontró en ese país con unos paganos que preparaban un sacrificio en un roble dedicado al dios Thor. Bonifacio clavó un hacha en el árbol y, al no ser abatido por su dios, proclamó que una planta de hoja perenne cercana era su “árbol sagrado“.
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