Encuentran un fósil de una extraña forma de vida diferente a nada vivo hoy en día


Un hallazgo fósil ha puesto en jaque la clasificación biológica tal como la conocemos. Se trata del Prototaxites, un organismo que dominó la Tierra hace 430 millones de años, pero que, según estudios recientes, no encaja en ningún reino conocido.

Un fósil que desconcierta a la ciencia

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Durante el periodo Silúrico, cuando los árboles aún no existían, una criatura monumental emergía del suelo del supercontinente Gondwana: el Prototaxites. Alcanzaba hasta ocho metros de altura y su «tronco» podía medir 90 centímetros de ancho. Al descubrirse su fósil en 1843, se pensó que era una antigua conífera. Pero los árboles aún no habían evolucionado, lo cual generó el primer gran dilema sobre su naturaleza.

Durante décadas, el consenso más fuerte entre científicos fue que el Prototaxites era un hongo gigantesco. Esta teoría cobró fuerza en 2007, cuando un análisis de isótopos de carbono indicó que absorbía oxígeno como lo hacen los hongos. Este descubrimiento alimentó la narrativa popular sobre una Tierra dominada por hongos colosales. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que esta historia no es tan sencilla.

Investigadores de la Universidad de Edimburgo, liderados por el paleobiólogo Corentin Loron, han desafiado esta clasificación. Al examinar especímenes de Prototaxites taiti encontrados en Escocia, hallaron diferencias tan profundas con los hongos que descartaron esa relación. No solo se trataba de un organismo distinto: no era ni hongo, ni planta, ni animal.

Un organismo con estructuras sin precedentes

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El análisis anatómico del fósil reveló que los Prototaxites poseían una arquitectura interna y externa nunca antes vista. Los fósiles estudiados, aunque más pequeños que otros ejemplares, estaban lo suficientemente bien preservados como para observar en detalle sus componentes.

Se identificaron tubos curvados con paredes gruesas, otros más finos y ramificados, e incluso algunos que mostraban patrones similares a anillos de crecimiento, una característica insólita entre hongos. Además, el interior presentaba manchas medulares, masas de células dispuestas de forma irregular, algo que no se observa en ningún hongo moderno.

Una de las principales razones por las cuales se les había considerado hongos es la presencia de supuestos sacos de esporas. Sin embargo, el equipo de Loron descubrió que estos sacos no estaban conectados orgánicamente al resto del organismo, debilitando aún más la hipótesis micológica.

En pocas palabras, el Prototaxites mostraba una combinación de rasgos tan peculiares que no coincidía con ningún grupo existente. Incluso tras revisar otros linajes taxonómicos superiores, los científicos no encontraron ninguno que pudiera incluir todas sus características.

La química también revela su naturaleza desconocida

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La evidencia anatómica fue respaldada por un análisis químico igualmente revelador. Si el Prototaxites hubiera sido un hongo, sus paredes celulares deberían haber mostrado trazas de quitina, una sustancia clave presente en hongos, insectos y crustáceos. Específicamente, se esperaba hallar azúcares derivados de la degradación de esa quitina.

Sin embargo, no se encontró ni rastro de estos compuestos en los fósiles analizados. Este resultado sorprendió incluso a los propios investigadores, ya que el suelo fosilizado que rodeaba al organismo sí conservaba otras sustancias químicas en abundancia. Aunque se contempló la posibilidad de una pérdida temprana de esos azúcares por fosilización, esta hipótesis fue considerada improbable.

La ausencia de pruebas químicas de quitina, sumada a la morfología única del Prototaxites, llevó a los científicos a una conclusión sorprendente: este organismo no pertenece a ningún grupo conocido de eucariotas. Es decir, podría tratarse de una forma completamente nueva de vida multicelular extinta, sin analogía moderna.

Tal vez el Prototaxites era, como sugiere el propio Loron, un miembro de un linaje eucariota desconocido, ahora perdido en la historia geológica del planeta. Un organismo que evolucionó, dominó el paisaje, y desapareció sin dejar herederos, dejando tras de sí un rompecabezas fósil que sigue desafiando la comprensión científica.

El caso del Prototaxites nos recuerda lo poco que conocemos del pasado profundo de la Tierra. Su misteriosa naturaleza, fuera de los reinos conocidos, nos obliga a repensar cómo definimos la vida y cómo interpretamos sus vestigios. A veces, los fósiles no encajan porque representan algo totalmente nuevo.

Referencia:

  • bioRxiv/Prototaxites was an extinct lineage of multicellular terrestrial eukaryotes. Link.


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