Estos 6 hitos científicos de 2024 marcarán el futuro


Probablemente no hayas pensado mucho en la humilde, y a veces irritantemente persistente, mosca de la fruta. Pero para muchos científicos, esta pequeña criatura (Drosophila melanogaster) es una de las especies más importantes del planeta. 

Puede que tenga un cerebro diminutopero realiza muchos de los mismos procesos neurológicos básicos que un ser humano, ya sea cuando busca comida o cuando “socializa” con otro miembro de su especie. Eso significa que su minúsculo cerebro puede hablarnos de todo tipo de cerebros, incluido el nuestro.

En octubre se mapeó exhaustivamente el cerebro de una mosca de la fruta adulta, con 50 millones de conexiones entre unas 140 000 neuronas individuales colocadas sobre un tipo especial de mapa.

La cartografía cerebral de cualquier organismo es tan difícil como prometedora.

¿Cómo es una conexión sana o insana entre neuronas? ¿Cómo está cableada la navegación 3D en el cerebro? ¿De dónde procede el comportamiento? ¿Qué es exactamente un pensamiento o un recuerdo? 

El cerebro de una mosca de la fruta es mucho menos complejo que el de un ser humano, pero este mapa proporcionará pistas que pueden ayudar a los neurocientíficos a entender qué es lo que te hace ser… tú.

El límite de 1.5 °C, tan citado, es en cierto modo arbitrario. Nada dramático (aparte de las convulsiones climáticas y meteorológicas extremas que ya estamos presenciando hoy) va a ocurrir de repente en el momento en que crucemos este Rubicón. Pero ese límite sigue siendo importante.

En virtud del Acuerdo de Paríscasi 200 países acordaron evitar que la temperatura de la Tierra aumentara más de 2 °C por encima de los niveles preindustriales, pero lo ideal sería mantenerla por debajo de 1.5 °C

Cuanto más se caliente el planeta, más efectos nocivos tendrá el cambio climático; cada 0.1 °C de aumento de la temperatura media mundial aumenta el riesgo de tormentas más potentes, olas de calor más prolongadas, inundaciones catastróficas, etcétera. 

El objetivo de 1.5 °C era ambicioso. Cruzarlo supone un descubrimiento sombrío, pero importante. Las alarmas suenan más fuerte que nunca: si este aumento de la temperatura no se invierte, o al menos se detiene, todos nuestros futuros se verán cada vez más perturbados por la ira del cambio climático. 

No es raro levantarse un día, intentar atarse los cordones de los zapatos, sufrir un doloroso tirón en la parte baja de la espalda y, de repente, sentirse mucho más viejo que ayer.

Curiosamente, aunque es cierto que envejecemos a diario, los científicos descubrieron en agosto que el cuerpo humano parece envejecer rápidamente en dos etapas: una alrededor de los 44 años y otra al llegar a los 60 años.

Utilizando 108 voluntarios, que entregaron a los investigadores todo tipo de muestras biológicas, los científicos rastrearon el inventario cambiante de diversas sustancias bioquímicas y microbios a lo largo de las distintas edades. 

Por razones que los científicos desconocen, tanto los hombres como las mujeres parecen experimentar un cambio importante a mediados de los 40: cambia la forma en que nuestros cuerpos tratan las enfermedades cardiovasculares y cómo descomponemos sustancias como el alcohol, las grasas y la cafeína. Cuando entramos en la sesentena, nuestro organismo experimenta cambios (entre otras cosas) en la regulación inmunitaria y el metabolismo de los hidratos de carbono. 

Aunque todavía no está claro cuántos de estos cambios están influidos por el estilo de vida (por ejemplo, la gente tiende a beber mucho más durante los estresantes 40 años), en lugar de ser puramente biológicos, el hecho de que envejezcamos a rachas sigue siendo fascinante y absolutamente inesperado.

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