Los hongos, esenciales para la descomposición de la materia orgánica, han sido percibidos históricamente como simples organismos rastreros. Sin embargo, un reciente estudio liderado por Yu Fukasawa, ecólogo microbiano de la Universidad de Tohoku, ha demostrado que ciertas especies poseen una sorprendente capacidad para reconocer formas y responder a su entorno. Esta revelación cambia nuestra comprensión de los procesos biológicos y redefine los límites de lo que consideramos inteligencia en la naturaleza.
Un hongo con cognición primaria

El estudio se centra en el hongo Phanerochaete velutina, un organismo vital en la descomposición de madera en bosques templados. Este hongo se desarrolla en una red de filamentos conocida como micelio, que crece en busca de nuevos recursos. Durante el experimento, se colocaron bloques de madera colonizados por P. velutina en dos configuraciones diferentes: un círculo y una cruz. El objetivo era observar cómo el hongo respondía a estas disposiciones espaciales.
Los resultados fueron reveladores. A diferencia de lo que ocurriría si el hongo no percibiera su entorno, su crecimiento fue todo menos aleatorio. El micelio mostró un comportamiento adaptativo, fortaleciendo conexiones estratégicas entre bloques y retirando filamentos en zonas menos prometedoras. Según los investigadores, esto indica que el hongo puede evaluar su entorno y coordinar su actividad para maximizar la eficiencia en la búsqueda de recursos.
Yu Fukasawa señala que estas habilidades van más allá de la simple reactividad: “Tienen memoria, aprenden y pueden tomar decisiones”. Este tipo de comportamiento sugiere una forma de cognición en organismos sin cerebro, ampliando nuestra comprensión de la inteligencia en la naturaleza.
Resultados del Estudio

Configuración Circular
En la disposición circular, el hongo formó conexiones uniformes entre los bloques durante los primeros días. Sin embargo, para el día 116, los filamentos se enfocaron únicamente en los bloques exteriores, dejando vacía el área central. Esto indica que el hongo evaluó esta región como poco prometedora para encontrar nuevos recursos y ajustó su estrategia en consecuencia.
Configuración en Cruz
En la disposición en forma de cruz, el micelio se concentró en fortalecer las conexiones hacia los cuatro bloques en las puntas de la cruz, desde donde extendió zarcillos de exploración hacia el exterior. Estos puntos funcionaron como bases estratégicas para la búsqueda de nuevos recursos en el entorno circundante.
Los investigadores concluyeron que el Phanerochaete velutina no solo percibe la disposición espacial de su entorno, sino que también utiliza esta información para coordinar su red micelial, optimizando su capacidad de colonización.
Implicaciones del Descubrimiento

Este estudio representa un hito en nuestra comprensión de los hongos y otros organismos sin cerebro. Aunque no poseen sistemas nerviosos, los hongos parecen demostrar una forma primitiva de cognición, definida como “la capacidad sensorial y de procesamiento de información en sistemas biológicos autónomos”.
El comportamiento del P. velutina también tiene implicaciones ecológicas. Al optimizar sus redes miceliales, los hongos no solo buscan recursos de manera eficiente, sino que también desempeñan un papel crucial en el ciclo de nutrientes del ecosistema. Este conocimiento podría ser útil en la gestión forestal y en la restauración de ecosistemas degradados.
Además, el estudio abre puertas a la exploración de aplicaciones tecnológicas basadas en redes miceliales. Los investigadores sugieren que estas estructuras podrían inspirar el desarrollo de computadoras biológicas. Estas máquinas, basadas en principios biológicos, podrían ofrecer soluciones innovadoras en términos de procesamiento de datos y optimización de recursos.
Un enfoque evolutivo de la inteligencia
El hallazgo de que los hongos pueden «pensar» refuerza la idea de que la inteligencia no está limitada a los organismos con cerebro. En el caso del Phanerochaete velutina, su capacidad para reconocer formas y ajustar su crecimiento demuestra que la evolución ha desarrollado diversas estrategias para resolver problemas en entornos desafiantes.
Los científicos también están interesados en explorar cómo estos comportamientos pueden compararse con los de otros organismos sin cerebro, como los mohos mucilaginosos. Este tipo de investigación no solo amplía nuestra comprensión de la biología, sino que también desafía las nociones tradicionales de cognición y comportamiento inteligente.
El Phanerochaete velutina ha demostrado que la percepción y la cognición no son exclusivas de los animales. Este hongo, aparentemente simple, es capaz de evaluar su entorno, tomar decisiones y optimizar sus estrategias de exploración, todo sin un sistema nervioso.
Referencia:
- Fungal Ecology/Spatial resource arrangement influences both network structures and activity of fungal mycelia: A form of pattern recognition? Link.
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