Aunque la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos los clasifica como catástrofes naturales, solo entre el 10% y el 15% de los incendios forestales se producen por sí solos en la naturaleza. El 85% – 90% restante se debe a causas humanas, como fuegos desatendidos de campamentos y escombros, cigarrillos desechados e incendios provocados.
Estos siniestros pueden desencadenarse en épocas de sequía. En estas condiciones, la vegetación normalmente verde se convierte en combustible inflamable y seco; los fuertes vientos propagan el fuego rápidamente y las temperaturas cálidas favorecen la combustión. Con estos ingredientes, lo único que falta es una chispa (en forma de rayo, incendio provocado, tendido eléctrico caído o una hoguera o cigarrillo encendido) para causar estragos.
Para que arda un incendio forestal, natural o provocado, deben darse tres condiciones: combustible, oxígeno y una fuente de calor. Los bomberos denominan a estos tres elementos el triángulo del fuego.
El combustible es cualquier material inflamable que rodee al fuego, incluidos árboles, pastos, maleza y viviendas. Cuanto mayor sea la carga de combustible de una zona, más intenso será el fuego. En Estados Unidos, el estado más propenso a estos desastres es California, que perdió más de un millón de hectáreas de terreno debido a 7396 incendios forestales en 2021.
El aire suministra el oxígeno que el fuego necesita para arder. Los incendios forestales de California suelen agravarse por los vientos cálidos y secos de Santa Ana, que pueden transportar una chispa a kilómetros de distancia. En Hawái, los vientos del huracán Dorian contribuyeron a alimentar las llamas que arrasaron Maui en 2023.
Las fuentes de calor ayudan a desencadenar la quema y llevan el combustible a temperaturas lo suficientemente altas como para encenderse. Los rayos, las hogueras o los cigarrillos encendidos e incluso el sol pueden proporcionar calor suficiente para provocar un incendio forestal.
Los incendios violentos son más comunes en los estados occidentales, donde el calor, la sequía y las frecuentes tormentas crean condiciones propicias. Montana, Idaho, Wyoming, Washington, Colorado, Oregón y California sufren algunos de los peores siniestros. También se producen incendios forestales en todo el mundo y en la mayoría de los 50 estados.
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