Durante el festival Songkran, uno de los eventos más importantes de Tailandia, la Policía Real sorprendió al público con el despliegue de su más reciente «agente»: un robot humanoide vestido con uniforme policial, al que se ha bautizado como «IA 1.0». Este singular androide recorrió las calles equipado con cámaras de 360 grados y tecnología de reconocimiento facial. Sin embargo, más allá del impacto visual y mediático, el verdadero valor de este «cyborg» está en entredicho.
Un robot con uniforme, pero sin movilidad

La presencia de IA 1.0 ha sido interpretada por algunos como un guiño futurista al célebre «Robocop». Sin embargo, la realidad dista mucho de la ficción. Aunque las imágenes compartidas por la propia Policía Real Tailandesa lo muestran en posición erguida, el robot permanece estático sobre una plataforma metálica con ruedas, lo que sugiere que no puede caminar por sí mismo.
En esencia, se trata de un sistema de vigilancia disfrazado de humanoide. Si bien la tecnología que incorpora —como el reconocimiento facial o el análisis de imágenes— ya es conocida y empleada desde hace años, su inclusión en un cuerpo robótico no parece aportar beneficios prácticos sustanciales. ¿Qué diferencia real ofrece frente a un trípode con una cámara y un portátil?
Más aún, su necesidad de estar constantemente rodeado por agentes humanos para protección plantea otra interrogante: ¿qué tan viable es este despliegue frente a alternativas más eficientes, como los drones autónomos?
Precedentes fallidos y preguntas sobre privacidad

El escepticismo no es nuevo. Varios intentos de implementar robots en tareas policiales han fracasado estrepitosamente. En Estados Unidos, por ejemplo, los robots de la empresa Knightscope, utilizados en ciudades como Nueva York, fueron retirados tras demostrarse ineficaces en situaciones delictivas reales. Algunos incluso se volvieron virales por razones desafortunadas: robots atrapados en fuentes, frustrados por bordillos o involucrados en accidentes con niños.
China tampoco ha sido ajena a esta tendencia. El año pasado, un robot rodante, similar al personaje BB-8 de Star Wars, fue desplegado por la policía en el este del país, generando más confusión que resultados concretos.
En todos estos casos, la tecnología robótica ha quedado expuesta como una herramienta aún inmadura para las exigencias del patrullaje real y la seguridad pública. Su funcionalidad depende excesivamente de la supervisión humana, lo que contradice en parte el propósito de automatizar ciertas labores.
A esto se suma una preocupación crucial: la privacidad. El uso de sistemas de reconocimiento facial en espacios públicos ha sido duramente criticado por expertos y defensores de derechos humanos. En el caso tailandés, la situación se agrava por las múltiples acusaciones de corrupción y abuso de poder en las fuerzas del orden, lo que convierte a este despliegue en una potencial amenaza a las libertades civiles más que en una innovación tecnológica.
¿Tecnología o espectáculo?

Todo esto lleva a una conclusión incómoda: el robot humanoide tailandés parece más un ejercicio de relaciones públicas que una herramienta funcional de seguridad. Si bien su presencia puede impresionar y atraer atención durante festivales, su efectividad en escenarios reales de patrullaje urbano o intervención policial está lejos de estar demostrada.
El prototipo IA 1.0 simboliza una tendencia creciente en el ámbito de la seguridad: el fetichismo tecnológico, donde se prioriza la apariencia futurista sobre la utilidad concreta. En lugar de resolver problemas reales de criminalidad, vigilancia o eficiencia, estos proyectos corren el riesgo de convertirse en costosas vitrinas sin impacto.
El despliegue de IA 1.0 en Tailandia abre el debate sobre el papel de la robótica en la seguridad pública. Por ahora, más que un avance funcional, se trata de un símbolo de intenciones, cuestionado por su efectividad, movilidad limitada y posibles riesgos para la privacidad. Mientras tanto, el verdadero reto sigue siendo desarrollar tecnología útil, ética y eficiente, en lugar de robots vistosos que no caminan ni patrullan, pero sí despiertan suspicacias.
Referencia:
- Nation Thailand/Thailand unveils “AI Police Cyborg 1.0”: Smart robot officer joins force to enhance Songkran safety. Link
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