Sin embargo, un par de diferencias importantes entre León y Francisco resultaron evidentes de inmediato. Francisco rompió el molde al elegir el nombre de un santo iconoclasta, Francisco de Asís. León, en cambio, es un nombre papal clásico y conservador (significa “león” tanto en latín como en italiano).
Su predecesor en el Renacimiento, León X, excomulgó a Martín Lutero en 1520 y es famoso por la frase “ya que Dios nos ha dado el papado, disfrutemos de él”, con la que nombró cardenales a 30 de sus aliados en 1517. Más relevante, sin embargo, es el último papa que llevó el nombre de León, que reinó desde 1878 hasta su muerte en 1903, durante una época de cambios sociales masivos. León XIII fue conocido como el papa de los trabajadores por sus encíclicas sobre los derechos de los trabajadores y los salarios justos.
Otra diferencia entre León y Francisco es la elección de la túnica que hizo en la llamada Sala de las Lágrimas, un vestidor situado junto a la Capilla Sixtina donde los papas recién elegidos pueden elegir entre una selección de vestiduras papales. Francisco, inusualmente, eligió una capa blanca lisa, conocida como mozzetta. Pero León volvió a la tradición eligiendo la mozzetta, más formal, de terciopelo rojo y ribeteada de piel, y una estola bordada en oro, de color rojo intenso, que se coloca alrededor del cuello.
Probablemente sea un error leer demasiado en las elecciones de vestuario de León, aunque el mensaje de que no es un revolucionario como su predecesor Francisco está bastante claro. Su trabajo más reciente ha sido en el Vaticano, donde ha dirigido un departamento que investiga y nombra obispos, por lo que no es ajeno a la burocracia y la política eclesiásticas.
Ahora que León se enfrenta a uno de los trabajos más difíciles del mundo, cuenta con las oraciones y la buena voluntad de millones de simpatizantes y con el legado de un predecesor popular y carismático que le animan y con el que tiene que estar a la altura.
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