Esta flor es originaria de México y su nombre proviene del náhuatl Cempohualxochitl que significa veinte flores, explica un artículo publicado en el sitio web del Gobierno mexicano.
Según esa fuente, los mexicas relacionaban el color amarillo de esta flor con el sol y la consideraban un símbolo de vida y muerte. Debido a eso, comúnmente la utilizaban en los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos.
Las culturas prehispánicas valoraban los beneficios medicinales de esta especie vegetal. Entre esos usos, que también son aprovechados en la actualidad, se pueden mencionar el alivio ante padecimientos digestivos, como método para bajar la fiebre e incluso como tratamiento para enfermedades respiratorias como la tos, enumera el artículo gubernamental.
Además, suele emplearse para aliviar los cólicos menstruales. Y en algunas zonas se utiliza para tratar problemas de la piel como salpullido, llagas y verrugas. También se usa para evitar el insomnio, para calmar los nervios y para controlar los ataques epilépticos, señala la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, un servicio digital que ofrece diferentes recursos de información recolectada por diversos pueblos indígenas.
La referencia más antigua de estos usos se encuentra en el Códice Florentino, una enciclopedia del siglo XVI que abarca todos los aspectos de la vida y la cultura de los antiguos pueblos del Centro de México, donde se señala como ceremonial y estética.
No solo como ofrenda del Día de Muertos o medicina, la flor de muerto también se emplea en los más diversos rubros.
Conforme al artículo del gobierno mexicano, “se utiliza para obtener colorante natural para teñir objetos, prendas o alimentos, en la avicultura suele usarse para alimentar a las aves con el fin de que su piel y la yema de los huevos aumenten su coloración amarilla, también es la materia prima para elaborar cervezas artesanales, nieves o un buen pulque”.
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