los tres saboteadores invisibles que nadie te contó (y no eres tú)


En terapia de pareja, hay escenas que se repiten con frecuencia. Una de ellas: una mujer que siente que “ya no tiene ganas”, mientras su pareja se pregunta qué se rompió y cómo puede arreglarse. Pero lo que parece una disfunción individual suele ocultar causas más profundas. Muchas veces, el deseo no muere por falta de amor ni por desajustes hormonales, sino por presiones emocionales, cargas sociales y patrones invisibles. Si sientes que tu libido se ha esfumado sin explicación clara, no estás sola(o). Tal vez no sea tu cuerpo el que necesita arreglo, sino tus circunstancias las que necesitan revisión. 

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1. Cansancio emocional: el enemigo silencioso de la intimidad

Puede que no te sientas enfermo(a) ni deprimido(a), pero al final del día estás agotado. No por una sola cosa, sino por todo: trabajo, hijos, familia, imprevistos. Y aunque tu pareja también esté ocupada, tú cargas con una responsabilidad invisible. Organizas, resuelves, recuerdas, cuidas. Y eso desgasta.

En muchas parejas, sobre todo heterosexuales, las mujeres siguen siendo las responsables del trabajo invisible. Aunque tengan una carrera exitosa, también son las que anotan los cumpleaños, preparan las mochilas, llenan formularios escolares y compran regalos. Lo paradójico es que cuanto más “exitosa” es una mujer fuera de casa, más presión siente para compensar en casa. Es como si tuviera que demostrar que no ha dejado de ser “la que sostiene todo”.

Y esa presión constante deja poco espacio para el deseo. Cuando el cerebro está en modo lista de tareas, es difícil conectar con el cuerpo. ¿La salida? Pedir ayuda sin culpa. No como una queja, sino como una forma de compartir la carga. Y agradecer. Porque el deseo también crece cuando sentimos que estamos en un equipo, no en una competencia. La gratitud y la colaboración son, aunque no lo parezca, profundamente eróticas.

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2. Cuando dejas de ser pareja para convertirte en madre… de tu pareja

Hay un punto en algunas relaciones donde el rol de pareja empieza a diluirse y, sin querer, asumimos el papel de mamá. Recordamos citas, lavamos ropa, damos indicaciones, corregimos errores… y lo hacemos por inercia. Pero, ¿cómo desear a alguien cuando sentimos que es otro hijo más?

Esta confusión de roles mata el erotismo. Porque el deseo necesita igualdad, misterio, autonomía. Y cuando asumimos el rol de cuidadoras eternas, el otro deja de ser un igual y se convierte en alguien que depende de nosotras para funcionar. Eso agota y apaga.

Recuperar el deseo no pasa solo por cambiar lo sexual, sino por recuperar la propia identidad. Hacer cosas que te apasionen, que no tengan que ver con cuidar. Tal vez un taller, una clase de yoga, un nuevo proyecto. Lo importante es volver a ser tú, no solo la que se encarga de todo. 

Y también es necesario poner límites con amor. Dejar de hacer por el otro lo que perfectamente puede hacer por sí mismo no es egoísmo: es una forma de recuperar el equilibrio. Sorprendentemente, cuando cada quien se hace cargo de su vida, la atracción renace. Porque desear a alguien empieza por verlo como un adulto completo, no como alguien que necesita ser guiado.

3. Las viejas reglas que aún gobiernan tu sexualidad (aunque no lo notes)

A veces, el deseo no desaparece. Se esconde. Porque en el fondo, hay reglas no escritas que seguimos obedeciendo sin darnos cuenta. Muchas mujeres aún sienten que no está bien querer “demasiado”, tomar la iniciativa o incluso hablar de sexo abiertamente. Es como si el deseo fuerte contradijera lo que una mujer “debería” ser.

Pero esto también le ocurre a los hombres. Algunos se sienten desconcertados o inseguros si su pareja tiene más deseo que ellos. Les cuesta expresar su baja libido por miedo a ser juzgados como “menos hombres”. Y así, ambos terminan actuando roles que no reflejan lo que realmente sienten.

La solución no es reprimir más, sino hablar. Con respeto, sin culpa, sin dramatismo. Reconocer que muchos de nuestros comportamientos sexuales están marcados por lo que aprendimos, no por lo que realmente queremos. Hablar de esto en pareja puede ser liberador. Puede abrir una puerta a una sexualidad mucho más genuina, sin máscaras.

No se trata de culpar a nadie, sino de darnos cuenta de que cargamos historias que no elegimos. Y solo cuando las ponemos sobre la mesa, podemos empezar a escribir otras nuevas, más libres y auténticas.

El deseo no es un interruptor que se enciende o apaga por razones simples. Está profundamente entrelazado con nuestras emociones, creencias y dinámicas de pareja. Si tu vida sexual parece estancada, no asumas que es un defecto personal o que algo está roto dentro de ti.

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Con empatía, curiosidad y comunicación honesta, es posible liberarse de esos obstáculos. Y entonces, lo que parecía una llama apagada puede volver a arder —más auténtica, más libre y más viva que nunca.

Referencia:

  • The Heteronormativity Theory of Low Sexual Desire in Women Partnered with Men. Link.
  • Gratitude increases the motivation to fulfill a partner’s sexual needs. Link.


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