Cuando Margaret fue a una ecografía de rutina, no imaginaba que recibiría una de las noticias más difíciles de su vida. Su bebé, Lynlee, tenía un tumor que amenazaba su existencia incluso antes de nacer. Con pocas opciones y un diagnóstico poco alentador, sus padres emprendieron una búsqueda desesperada para salvarla.
Un diagnóstico devastador y una decisión difícil

A las 16 semanas de embarazo, Margaret, la madre de Lynlee, recibió una noticia aterradora: su hija tenía un teratoma sacrococcígeo, un tumor adherido a su coxis que crecía casi al mismo ritmo que su cuerpo. Esta malformación exigía demasiado esfuerzo del corazón de la bebé, comprometiendo seriamente su supervivencia.
Los médicos advirtieron que sin intervención quirúrgica, Lynlee probablemente no lograría llegar al término del embarazo. Un especialista incluso sugirió interrumpir la gestación, asegurando que la cirugía era demasiado arriesgada. Sin embargo, Margaret y su esposo Jeff no aceptaron rendirse. Determinados a salvar a su hija, buscaron opciones médicas en diferentes hospitales hasta encontrar esperanza en el Texas Children’s Hospital.
Los especialistas en cirugía fetal propusieron una intervención sin precedentes: extraer parcialmente a Lynlee del útero para extirpar el tumor y luego reinsertarla para que continuara su desarrollo. El procedimiento era sumamente complejo y con riesgos elevados, pero era la única alternativa para darle una oportunidad de vida. A las 23 semanas de gestación, el corazón de Lynlee ya no podía resistir más y los médicos decidieron operar de inmediato.
Una cirugía sin precedentes y el milagro de su segunda vida

La cirugía fetal abierta fue un procedimiento extremadamente delicado. Los médicos realizaron una incisión precisa en el útero de Margaret, asegurando el saco amniótico para evitar complicaciones. Luego, sacaron parcialmente a Lynlee del vientre materno. En ese momento, la pequeña pesaba apenas 1 libra y 3 onzas.
Durante la operación, su corazón dejó de latir brevemente, pero el equipo médico logró estabilizarla. Se removió el 90% del tumor antes de volver a colocar a Lynlee en el útero y sellar cuidadosamente la incisión. Margaret pasó los siguientes tres meses en reposo absoluto para evitar un parto prematuro.
Finalmente, a las 36 semanas, Lynlee nació por cesárea, esta vez completamente preparada para enfrentar el mundo. Ocho días después, fue sometida a otra cirugía para eliminar los restos del tumor. Aunque la intervención afectó su movilidad y el funcionamiento de algunos órganos, Lynlee sobrevivió y continúa recibiendo terapias para mejorar su calidad de vida.
El caso de Lynlee demuestra que la esperanza y la ciencia pueden obrar milagros. A pesar de los desafíos, su historia inspira a muchas familias a buscar segundas opiniones médicas. Su fortaleza y el trabajo de los especialistas han redefinido los límites de la cirugía fetal, ofreciendo nuevas posibilidades para salvar vidas en gestación.
Referencia:
- Texas Children’s/Meet Lynlee, who was born twice. Link.
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