Durante casi dos décadas, un grupo de científicos australianos fue desconcertado por misteriosas señales de radio detectadas por el icónico radiotelescopio de Parkes. Se pensaba que se trataba de fenómenos atmosféricos o cósmicos. Sin embargo, la fuente resultó ser mucho más terrenal: un horno microondas mal usado por el personal del observatorio.
Señales desconcertantes que desafían la lógica astronómica

En 1998, los astrónomos del radiotelescopio Parkes, en Nueva Gales del Sur, Australia, comenzaron a detectar señales de radio inusuales que parecían provenir del espacio. Estas señales, conocidas como perytons, aparecían esporádicamente, una o dos veces al año, y tenían un patrón lo suficientemente intrigante como para despertar el interés de la comunidad científica.
La señal parecía ser local, limitada a un radio de aproximadamente cinco kilómetros, lo que llevó a los expertos a pensar que podría tratarse de interferencia atmosférica, tal vez relacionada con la caída de rayos. Sin embargo, pese a diversas teorías, nadie pudo explicar con certeza qué las causaba.
A principios de 2015, un nuevo receptor diseñado para monitorear interferencias reveló la verdad: las emisiones se producían en la frecuencia de 2,4 GHz, la misma utilizada por hornos microondas. La pista fue clara, pero aún faltaba confirmar el origen exacto.
La revelación llegó tras una serie de pruebas específicas con el microondas del personal. Al calentar alimentos y abrir la puerta del horno antes de que terminara el ciclo, se reproducían las señales detectadas durante años. Así, el aparato más cotidiano del observatorio resultó ser la causa de una confusión científica de 17 años.
Ciencia, errores humanos y las limitaciones de la tecnología

El caso del horno microondas pone en evidencia las dificultades que enfrentan los astrónomos cuando se trata de distinguir señales cósmicas genuinas de la interferencia provocada por el ser humano. Según Simon Johnston, jefe de astrofísica de la agencia científica australiana CSIRO, los perytons solo aparecían durante el día, coincidiendo con el horario laboral del personal del observatorio. Nunca se registraban durante la noche, cuando el lugar quedaba vacío. Además, las señales solo se captaban si el telescopio apuntaba en dirección al horno microondas en el momento exacto en que este se abría abruptamente.
El radiotelescopio de Parkes, mundialmente conocido por su rol en la transmisión del alunizaje de 1969 —y protagonista de la película The Dish—, ha tenido que lidiar constantemente con interferencias provocadas por la vida moderna: teléfonos celulares, señales de radio FM, televisores digitales, conexiones WiFi. El crecimiento urbano y tecnológico alrededor del observatorio ha convertido su operación en un verdadero desafío.
Este incidente recuerda también otro curioso caso mencionado por Johnston: en 1967, en el observatorio de Alta Provenza (Francia), se creía que ciertas señales espectroscópicas correspondían a estrellas con llamaradas de potasio. Más tarde, se descubrió que provenían de fósforos encendidos en las cercanías. Estos errores, aunque embarazosos, forman parte de la historia de la astronomía moderna.
Hacia una astronomía sin interferencias: el futuro en Australia Occidental

La creciente contaminación electromagnética ha llevado a los astrónomos a buscar lugares remotos donde puedan observar el universo sin interrupciones. En este contexto, se está construyendo en Australia Occidental el radiotelescopio Australian Square Kilometre Array Pathfinder (ASKAP), en lo que Simon Johnston describe como “el sitio más tranquilo de la Tierra para hacer astronomía”.
Este nuevo observatorio se encuentra en una zona protegida de radiofrecuencia: no hay cobertura móvil, ni emisoras de radio, ni conexiones WiFi. La entrada está estrictamente regulada, y cualquier equipo que emita señales debe contar con permisos especiales. El objetivo es claro: recuperar el silencio necesario para escuchar el cosmos sin la interferencia del mundo moderno.
ASKAP, cuya finalización está prevista para 2016, representa un paso importante para la astronomía australiana y mundial. Su construcción en un entorno tan controlado permitirá captar señales de radio que hoy resultan indetectables en Parkes y otros centros afectados por la urbanización.
El caso del microondas en Parkes es un recordatorio humorístico —y aleccionador— del papel que juegan los factores humanos en la ciencia. También destaca la necesidad urgente de proteger los cielos radioeléctricos de la interferencia moderna. Solo así podremos seguir explorando el universo con claridad y precisión.
Referencia:
- arXiv/Identifying the source of perytons at the Parkes radio telescope. Link.
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