La humanidad contemporánea, Homo sapiens, es la única especie del género Homo que persiste en la Tierra. Sin embargo, hace miles de años, compartimos el planeta con varias especies humanas, como los neandertales, denisovanos y Homo floresiensis. Aunque estas familias coexistieron con nosotros durante largos periodos, todas desaparecieron eventualmente. ¿Qué condujo a su extinción? ¿Tuvo nuestra expansión global un papel determinante?
No éramos la única especie

Hace aproximadamente 300,000 años, cuando surgió el Homo sapiens en África, el mundo ya albergaba otras especies humanas. Entre las más conocidas están los neandertales en Europa y los denisovanos en Asia. También coexistían Homo heidelbergensis, Homo naledi, Homo erectus y los enigmáticos Homo floresiensis, conocidos como «hobbits» por su pequeña estatura.
Durante decenas de miles de años, al menos siete especies humanas compartieron el planeta. Sin embargo, entre 100,000 y 40,000 años atrás, la mayoría de estas familias desaparecieron, coincidiendo con la migración del Homo sapiens fuera de África. Este éxodo global nos llevó a interactuar con los neandertales en Europa, los denisovanos en Siberia y posiblemente con otras especies en regiones más remotas.
El profesor Chris Stringer, líder en el estudio de evolución humana en el Museo de Historia Natural, señala que nuestra expansión coincide con la extinción de estas especies. Aunque no existe una respuesta definitiva sobre el papel que desempeñamos en su desaparición, Stringer sugiere que la competencia por recursos podría haber sido un factor crucial.
¿Exterminio o competencia?

La hipótesis más sencilla es que el Homo sapiens fue superior a las otras especies, las desplazó y llevó a su extinción. Sin embargo, investigaciones recientes complican esta narrativa. Los neandertales, por ejemplo, eran una especie altamente adaptada a su entorno. Sus herramientas, técnicas de caza y organización social eran comparables a las nuestras.
Los cambios climáticos y otras perturbaciones ya habían debilitado a los neandertales antes de nuestra llegada, según Stringer. La llegada del Homo sapiens pudo haber agravado su situación, al competir por recursos escasos en momentos críticos. A pesar de esta competencia, existen pruebas de que ambas especies se cruzaron, dejando un legado genético en los humanos modernos.
Este mestizaje no se limitó a los neandertales. También hubo cruces con los denisovanos, otra especie de la que se sabe poco debido a la escasez de fósiles. Según Stringer, los denisovanos desaparecieron pocos miles de años después de que los humanos modernos llegaran a Siberia. Aunque no se puede confirmar una conexión directa, la coincidencia temporal es notable.
En cuanto a otras especies, como Homo floresiensis y Homo erectus, los datos son aún más escasos. Su desaparición podría haber seguido un patrón similar, aunque todavía no se cuenta con pruebas concluyentes.
Un legado genético

Curiosamente, aunque las otras especies humanas desaparecieron, no se extinguieron del todo. Su legado persiste en nuestro ADN. Los estudios genéticos muestran que las personas de origen europeo y asiático tienen entre un 1% y 2% de ADN neandertal. Asimismo, algunos grupos en Oceanía poseen hasta un 5% de ADN denisovano.
Stringer explica que, si sumamos todos los fragmentos de ADN neandertal presentes en los humanos actuales, podríamos reconstruir cerca del 40% de su genoma. Esto sugiere que, aunque como especie los neandertales desaparecieron, dejaron una huella imborrable en nuestra genética.
La supervivencia del Homo sapiens como la única especie humana plantea preguntas sobre nuestra adaptabilidad y estrategia evolutiva. Puede que nuestra habilidad para colaborar, innovar y adaptarnos a distintos entornos haya sido clave en nuestra perdurabilidad. Sin embargo, también es posible que nuestra expansión global haya jugado un papel involuntario en la desaparición de otras especies.
Lo que es seguro es que nuestra historia como humanos está entrelazada con la de nuestros antiguos parientes. Su legado no solo vive en los fósiles, sino también en nuestros genes, recordándonos que alguna vez compartimos este mundo con otros humanos.
Referencia:
- IFLScience/Why Are We The Only Surviving Human Species?. Link.
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