Antiguamente, los juegos en los que participaban guerreros eran conocidos como Munera por los antiguos etruscos, un pueblo que ocupaba gran parte de la península itálica y que alcanzó su máximo esplendor en el siglo VI a.C., según la Enciclopedia Britannica (una plataforma de conocimiento y educación).
Y estos juegos de lucha entre combatientes tuvieron su origen en los ritos de sacrificio en los funerales, debido a los espíritus de los muertos y a la necesidad de propiciarlos con ofrendas de sangre, explica la web de la Universidad de Chicago, Estados Unidos.
Según la institución, los juegos de gladiadores se introdujeron en Roma en el año 264 a.C., cuando los hijos del líder político Lucio Junio Bruto honraron a su padre en su funeral combinando una lucha con tres parejas de gladiadores. A partir de entonces, los combates típicos de las Muneras fueron creciendo y ganando cada vez más protagonismo a medida que el Imperio Romano se fortalecía.
En el 65 a.C., el entonces emperador Julio César honró a su padre, fallecido veinte años antes, con una exhibición de 320 parejas de gladiadores con armadura de plata.
En el 46 a.C., tras las recientes victorias en Galia y Egipto, César volvió a organizar juegos (además de representaciones teatrales y peleas de animales) que se celebrarían cerca de la tumba de su hija Julia, fallecida ocho años antes, detalla el texto de la Universidad de Chicago. Esta exhibición fue criticada por su extravagancia y por el número de muertes que provocaron los combates.
Con el tiempo, las luchas de gladiadores se convirtieron cada vez más en una demostración de prestigio aristocrático, por lo que el ritual perdió gran parte de su significado religioso, se tornó más político y destinado a exhibir el poder de cada emperador que lo utilizaba.
Tras la revuelta de los esclavos de Espartaco en el 73 a.C., el Estado romano tomó el control total de los juegos públicos y la mayoría de los gladiadores comenzaron a entrenarse en escuelas imperiales. A partir de entonces, podían venderse o alquilarse, y muchos fueron retenidos por políticos y ciudadanos ricos como guardaespaldas.
De acuerdo con Britannica, los espectáculos de gladiadores se hicieron aún más populares con el emperador Tito (que gobernó entre los años 79 y 81 d.C.) y alcanzaron su máximo esplendor con el emperador Trajano (cuyo gobierno se extendió del 98 al 117 d.C.), que llegó a tener 5000 parejas de gladiadores. Los espectáculos se celebraban también en otras ciudades del Imperio Romano, además de Roma y su Coliseo.
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