Los horneros, aves emblemáticas de Sudamérica, han sido objeto de un estudio innovador que reveló un detalle sorprendente sobre la construcción de sus nidos. Mediante una app gratuita y gracias a la colaboración de más de 1.200 observadores de aves, los científicos argentinos Nicolás Adreani y Lucía Mentesana descubrieron que la asimetría en la entrada de los nidos no es aleatoria, sino que podría estar determinada por factores genéticos.

La ciencia ciudadana como herramienta clave
El estudio, publicado en la revista Current Biology, fue posible gracias a una red de voluntarios de Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia. Mediante una aplicación gratuita, creada años anteriores por los investigadores Adreani y Mentesana junto con el programador Tomás Córdoba, en la que los participantes registraron más de 12.600 nidos en un vasto territorio de América del Sur.
Hasta ahora, se pensaba que la asimetría de los nidos podía estar influenciada por factores ambientales como el viento y la lluvia. Sin embargo, el análisis de los datos reveló que esta característica es altamente repetible dentro de una misma pareja de horneros.
En otras palabras, las parejas tienden a construir sus nidos siempre con la entrada en el mismo lado, lo que sugiere una posible base genética para este comportamiento. A nivel poblacional, se observó un 12% más de nidos con la entrada a la derecha que a la izquierda, lo que refuerza la idea de que no se trata de un simple azar.
El papel del hornero en la cultura sudamericana

El hornero (Furnarius rufus) no es solo un objeto de estudio para la ciencia, sino que también es símbolo de unidad y trabajo en equipo en varias culturas sudamericanas. Conocido también por el nombre “ogaraity” en guaraní y “tiluchi” en Bolivia, esta ave se distingue porque el macho y la hembra cooperan en la construcción del nido lo que es un rasgo poco común en el reino de las aves.
Estos plumíferos construyen sus nidos con barro, incorporando también pequeñas plantas y estiércol en su construcción. Se ubican en postes de luz, árboles o edificaciones, y cada pareja usa su nido una sola vez, lo hacen para evitar la acumulación de parásitos.
Dentro del nido, los huevos están protegidos por una estructura interna que mantiene a los pichones a salvo de depredadores. Además, ambos progenitores se encargan de incubar los huevos y alimentar a las crías, lo que demuestra una dinámica familiar equitativa poco común en las aves.
Implicaciones del descubrimiento y nuevas preguntas
El descubrimiento de que la asimetría de los nidos podría tener una base genética plantea nuevas interrogantes sobre la evolución del pájaro hornero. ¿Es esta asimetría el resultado de una ventaja evolutiva, o simplemente una característica heredada sin un beneficio adaptativo claro?
Algunos científicos, como Juan Carlos Reboreda, especialista en biología de aves del Conicet y la Universidad de Buenos Aires, han señalado que esta particularidad aún necesita más estudios para determinar su origen.
Otro rasgo que llama la atención y plantea más dudas es si la decisión sobre la asimetría del nido la toma un solo miembro de la pareja o si es un proceso compartido. Este aspecto podría proporcionar información valiosa sobre el comportamiento y la comunicación entre los horneros durante la construcción del nido.
Gracias al esfuerzo de más de 1.200 observadores latinoamericanos, la ciencia ha dado un paso importante para comprender al hornero y su asombrosa habilidad arquitectónica. La arquitectura asimétrica de sus nidos, lejos de ser algo aleatorio, parece estar influenciada por factores genéticos, lo que abre nuevas líneas de investigación.
Este proyecto de ciencia ciudadana no solo ha permitido conocer más sobre una especie de aves icónica de Sudamérica, sino que también demuestra el poder del trabajo colaborativo entre científicos y la comunidad para desentrañar los misterios de la naturaleza.
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